Cansa la borrachera, no la mía. La de los otros.
Hace
una hora aproximadamente me la he pasado sentado escuchando el dolor
chapucero de un colega, la tristeza solía cuajar bastante bien en mi,
solía disfrutarla... me regodeaba en ella, buscaba con ansias el
pretexto perfecto para atascarme ahí en ese sumidero que uno inventa,
que alguien inventa. Me doy cuenta que algo ha cambiado,
la tristeza de otros solía arrullarme en ese goce personal que me
permitía explorar esos dolores inventados que nunca tuve, hoy -hace un
momento para ser más exactos- he notado que hay una sincera misantropía
por ese otro que lloriquea su dolor, no me importa... así, sin más. Es
probable que este sentimiento haya sido experimentado por mis amigos
cuando hablaba con ellos, es probable que la razón por la que no les veo
tan seguido sea que han descubierto que no hay nada más que llorar, más
que sufrir, no hay más queja... hay una serie de preguntas: "¿qué hago
aquí? ¿qué hacemos aquí? ¿qué estamos evitando hacer?". La
interpretación del dolor ahora tiene que ver con algo más profundo, algo
que he estado evitando plantear, qué diablos estoy haciendo, no sé a
dónde va, a dónde voy. No hay vergüenza, hay más bien duda y la duda,
suele ser un golpe más certero; supone la intriga de no saber dónde
estás parado, el piso se aguatanga y las metas empiezan a ser poco
claras, nunca has sabido a dónde va esto pero momentaneamente las cosas
se habían acomodado de tal manera que podías reír, llorar sin
comprometer lo que eres. Pareces un texto crudo, sin editar, sin
lectores y sospechas que con bastantes errores...